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Historias totalmente creadas que estan basadas en la historia de alguien, a quien, todavía, no tengo el gusto de conocer...

domingo, 28 de septiembre de 2008

...una obsesión -Un amor espontáneo-

Ese día me tuve que levantar temprano, como todos los días, para ir y llegar a tiempo a la primer clase en la universidad, estamos en invierno y el sol sale como a partir de las 6:15 am; como siempre, encendí la luz del cuarto, pues podía ver muy poco; por lo regular siempre que despierto hay una luz encendida en la casa de los vecinos, pero esta vez estaba apagada, esa luz de ese cuarto que puedo ver a través de mi ventana.
En esa casa vive una pareja bastante adulta con su hija, normalmente los señores no están entre semana, podría decir que ella vive prácticamente sola, se llama Paulina y tiene aproximadamente la misma edad que yo; es una chica realmente guapa y muy atractiva... aún no la conozco pero... su nombre pues... me lo sé porque una vez le gritaron tan fuerte que me despertaron de uno de esos sueños tan fantásticos que suelo tener; Paulina tiene un coche muy bonito y todas las mañanas al estar cerrando la puerta de mi casa, ella siempre sale corriendo de la suya, aventando sus cosas al coche y arrancándolo tan violentamente que estoy seguro que se le hace tarde para llegar a tiempo a su universidad. Es increíble la velocidad con la que hace todos esos movimientos, pero aún así me he percatado muy bien de unas cuantas cosas, Paulina no tiene el cabello lacio y sin embargo siempre sale con el alaciado perfecto, al salir corriendo, ella sabe que siempre estoy saliendo de mi casa al mismo tiempo que ella sale de la suya, y no se si es inercia o qué, pero siempre me dispara una sonrisa que, siendo sincero, me mata porque, como ya he dicho, ella es muy atractiva, gracias a esa sonrisa, me he dado cuenta que el maquillaje que porta siempre es impecable, jamás le he visto un grano en la cara, y las pinturas que usa para los ojos y los labios deben ser mágicas porque se le ven sorprendentemente magnificas; estoy casi seguro que tiene un enorme guardarropa, porque siempre sale con algo nuevo sobre el cuerpo; debe tener seguramente también muchos pretendientes, pero casualmente nunca he visto a ninguno de ellos llegar a su casa.
Después de que se me hizo raro ver apagada la luz del cuarto de Paulina, baje a desayunar algo rápido, porque se me estaba haciendo algo tarde, tomé mis cosas, giré la perilla de la puerta principal de mi casa pensando en que al dar un paso afuera, me encontraría con Paulina, voltearía y la vería lanzándome nuevamente una sonrisa como apenada porque se le ha vuelto a hacer tarde, salí de la casa, cerré la puerta, voltee a ver que pasaba y había una enorme tranquilidad en la casa de ella, enseguida voltee a ver el calendario pensando que quizás me había equivocado y que hoy era talvés sábado pero no, era miércoles y su coche estaba estacionado como todas las mañanas frente a su casa, no le tomé mucha importancia y continué con mi trayecto rumbo a la universidad. Después de una hora, comencé a pensar en Paulina, porque a pesar de ser una chica aparentemente superficial e impuntual, cumplía siempre con esa rutina matutina de la que yo también había llegado a formar parte, regresé a mi casa por la tarde y su coche seguía en el mismo lugar, me dio curiosidad por ir a tocar la puerta de su casa y preguntarle si las cosas estaban bien, pero decidí no ir, pues quizás se había quedado dormida. Pasó el jueves, el viernes y no la había vuelto a ver por las mañanas, cosa que aumentaba más mi intriga, espere a que llegara el lunes, volví a salir de mi casa a la hora de siempre y Paulina... brillaba por su ausencia.
Decidí ir a verla por la tarde, cuando regresara de la universidad, y así fue, iba muerto de nervios porque jamás habíamos cruzado ni una sola palabra, toqué la puerta tres veces y una voz de mujer gritó: -¿Quien?-, yo le respondí: -¿Paulina?- y me dijo: -Si, ¿quien eres?-, -soy.. Isaac, tu vecino-, le respondí con una voz temblorosa, entonces vi como abrió la puerta pero solo unos cuantos centímetros, y me dijo: -Disculpa que no pueda recibirte, pero me siento mal, ¿se te ofrece algo?-, -No, solo vine a ver como estabas porque no te he visto más salir de tu casa por las mañanas como todos los otros días de clases- vi como se abrió la puerta por completo y dándome la espalda me dijo: -Pasa si gustas-, no lo pensé dos veces y con mi mano izquierda le toque en hombro derecho diciéndole: -¿Segura que estás bien?- se soltó a llorar y me dijo que la noche del martes se había aplicado una crema en el rostro, que en lugar de tener un efecto positivo, le había demacrado la cara, tanto que había quedado frustrada y sin ganas de salir a la calle, estaba muy arrepentida de esa terrible obsesión que la invadía por tener un rostro implacable y por verse siempre bien para los demás y no para ella misma, me contó que no tenia amigos porque todo mundo en su universidad la tachaba de niña presumida y superficial, y que los pocos que tenia, los había dejado de ver hace mucho cuando vivía en otra ciudad; no paraba de llorar y me partía el corazón el no saber como poderla ayudar. Sentados en un sillón, la tome entre brazos tratando de colmar toda esa tristeza que desahogaba en lagrimas, le dije que era verdad y que nadie le discutía lo bella que era físicamente pero que hacia falta que ella se creyera cuan inmensamente bella podría ser desde el interior, inmediatamente dejó de llorar y me dijo: -¿Cómo puedo decubir eso?-, -deja que te lo demuestre- le dije y le di un beso tan profundo, cargado de todas esas ganas de amar que llevaba por dentro y que no me dejaban descansar, tardamos minutos involucrados ese instante de amor espontáneo que al terminar, no nos quedaron ganas de decir una sola palabra más.
Desde ese día ella y yo somos novios, ha cambiado mucho en su forma de vestir, el cabello natural que ella tiene me encanta y sin maquillaje se ve hermosa, nuestra rutina ha cambiado también, pues todas las mañanas toco a su puerta, ella sale, me abraza, me da los buenos días, yo le respondo con una flor distinta cada día, nos vamos juntos, me deja en la universidad y ella se va a la suya, me escribe cartas casi diario y cuando no lo hace es porque ha usado ese tiempo para hacerme mi postre favorito, yo le escribo poemas y se los leo cuando estamos en su azotea en días de luna llena, y precisamente ayer estando ahi, calló por unos segundos y viéndome a los ojos me dijo: -ahora entiendo, que me quisiste decir aquella vez con aquel profundo beso-.
8a. Historia
Poncho Knox